EL CAMPEONATO DE BOEDO NO SE VA...

El Tenis de Mesa de San Lorezo festeja. Es que Juan Pablo Fantino se consagró campeón del 36° TMT Pro Tour de 4ª División en el Romero Brest. Su campaña fue un recorrido que combinó perseverancia, solvencia técnica y un temple competitivo que terminó marcando la diferencia.

El certamen no comenzó de la mejor manera: en la fase de grupos cayó ante Cristian Canteros y Andrés Grispo, finalizando último en la zona. Sin embargo, lejos de derrumbarse, lo que vino fue una auténtica resurrección en la llave final.

En dieciseisavos de final comenzó otra historia: venció 2–1 a Pablo Ricaud en un duelo ajustado donde su precisión en los cierres inclinó la balanza (11–7 | 9–11 | 11–6).

Luego, en octavos —ya con partidos al mejor de cinco sets—, reaccionó tras perder el primero 11–13 ante Leonardo Luna y desplegó su mejor versión: agresividad medida, movilidad firme y lectura inteligente del ritmo para cerrar un sólido 3–1 (11–6 | 11–7 | 11–5).

Más tarde, en cuartos, llegó su actuación más contundente: un 3–0 ante Nahuel Britez, quien venía de competir a gran nivel en el Abierto de la República frente a rivales de Uruguay y Chile.

La semifinal fue un partidazo aparte frente a Luciano Maurizi, un choque vibrante que se definió por detalles. Fantino ganó los dos primeros sets (11–8 | 11–4), pero cuando parecía encaminado a cerrarlo, cayó 13–15 y 10–12, dejando un 2 a 2 a todo o nada. En el quinto set mostró personalidad, solidez de revés y determinación ofensiva para imponerse 11–7.

Esa victoria confirmó que la etapa negativa había quedado definitivamente atrás y, de inmediato, dio paso a la final contra Jeremías Veliz, quien venía de un torneo casi perfecto: una sola derrota en fase de grupos y una llave definitoria prácticamente impecable sin perder sets —salvo en semis—, con triunfos por 2–0 en 16avos, 3–0 en 8vos, 3–0 en 4tos y un 3–2 en una épica remontada en semifinales estando 1–2 abajo.

La final volvió a empezar cuesta arriba para nuestro jugador, ya que perdió el primer set 6–11. No obstante, rápidamente encontró respuestas: tomó riesgos, ajustó el servicio y logró neutralizar los ataques de su rival.

Los parciales siguientes (14–12 | 13–11) reflejaron su evolución táctica, pasando del sufrimiento inicial al ajustado dominio. Finalmente, el cuarto set fue la síntesis del campeón: intensidad, concentración y decisión para cerrar 11–6, saliendo a buscar cada punto con convicción.

De esta manera, tras un arranque difícil en el grupo, Juampi construyó una escalada que lo llevó a lo más alto, ganando en los mata-mata partidos de máxima presión.

El torneo deja una enseñanza clara: un arranque adverso no determina el destino cuando aparece el carácter competitivo. Un nuevo título que refleja nivel técnico, madurez deportiva y fortaleza mental.

¡Vamos San Lorenzo!