El partido ya se terminaba. San Lorenzo estaba con diez. Huracán, 1-0 arriba. Y el Ciclón nunca se rinde. Nunca. Y va. Y busca. Y llega la infracción a Ramírez. El penal. La definición exquisita de Adam Bareiro en tiempo adicionado. Fue 1-1, fue grito contenido y desahogo, explosión en un Bidegain repleto.
El clásico terminó en empate. Luego de un primer tiempo muy parejo, en el que hubo pocas jugadas de peligro, San Lorenzo y Huracán igualaron sin goles. Y en el segundo tiempo, el Globo se había puesto en ventaja a los 15 minutos, con el gol de Pussetto. Antes, a los 6, San Lorenzo había sufrido la expulsión de Gastón Hernández.
Pero cuando todo parecía concluido, llegó la infracción, el penal y el gol agónico. Bareiro no perdonó y el Ciclón, aunque fue a buscar el triunfo, se quedó con un empate que lo sigue dejando a la expectativa. La fiesta, además, estuvo en las tribunas, repletas de Cuervos y Cuervas que demuestran que no hay nada igual a esta hinchada.
Ahora, a buscar la clasificación a la semifinal de la Copa Argentina, frente a San Martín de San Juan. El próximo miércoles, en Córdoba, vamos por más.